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Friday, March 20, 2015

¿Por qué da tanto miedo la energía solar fotovoltaica?


Artículo tomado de esta dirección: http://www.energias-renovables.com/articulo/por-que-da-tanto-miedo-la-20140129

Integrado por un grupo de jóvenes físicos e ingenieros, el Observatorio Crítico de la Energía (OCE) se forjó a principios de 2007 con el objetivo de emprender una actividad pública orientada a la "regeneración del sistema democrático". Según explican en su portal, "los principios fundamentales sobre los que se organiza dicha actividad tienen su origen en una crítica a la insostenibilidad ecológica y económica de nuestra sociedad y a la degradación de la cultura democrática". El OCE se define, así, como "un foro de discusión y análisis en el que se intenta generar un discurso riguroso e informado para abordar estas cuestiones desde una postura que combine la solvencia del método científico con la conciencia política y social". Marta Victoria, integrante del OCE y autora de este artículo, reflexiona aquí sobre las campañas político-mediáticas de desprestigio que ha sufrido la fotovoltaica en el último quinquenio y sobre el miedo que la revolución solar está desatando en Unesa, la gran patronal eléctrica española.
¿Por qué da tanto miedo la energía solar fotovoltaica? La fotovoltaica (FV) da mucho miedo a las grandes empresas eléctricas españolas. Afirmo que les da miedo porque contra ella se han desarrollado algunas de las campañas de desprestigio más elaboradas y persistentes que se recuerdan: ¿quién no ha oído que es una fuente de generación muy cara? ¿Quién no ha escuchado alguna vez que se necesita más energía para fabricar un panel fotovoltaico que la que luego es capaz de generar ese panel a lo largo de su vida útil? ¿O que las centrales fotovoltaicas en España se enriquecieron generando fraudulentamente durante la noche? Por cierto, las tres afirmaciones previas son rotundamente falsas, la demostración de la primera se encuentra unos párrafos más abajo, la segunda y la tercera quedan rebatidas aquí y aquí.
Sobre el autoconsumo
También es una prueba del miedo que produce la fotovoltaica la reciente legislación de autoconsumo, o, mejor dicho, de no-autoconsumo, legislación en la que la influencia de Unesa a la hora de fijar la política energética ha sido más que evidente. La normativa vigente impone el pago de unos peajes excesivos a todo aquel que quiera conectar su sistema fotovoltaico doméstico a la red. Excesivos, porque no gravan solo la energía intercambiada con la red, que funciona a modo de batería, sino que además gravan aquella energía que el sistema instalado produzca y el usuario consuma en ese mismo instante, sin pasar por la red eléctrica. El Ejecutivo impone además medidas retroactivas, como la obligatoriedad de hacerse visible para Red Eléctrica de España, teniendo que instalar para ello un contador con telemedida, y establece multas de hasta varios millones de euros para aquellos que infrinjan la norma. En definitiva, al contrario de lo que está sucediendo en la mayoría de países tanto en Europa como en el resto del mundo, en España se ha publicado una legislación que va, literalmente, a impedir el desarrollo de las instalaciones fotovoltaicas domésticas.
Dos hipótesis plausibles que justifican el miedo a esta fuente de generación eléctrica
La primera hipótesis es sencilla: la fotovoltaica funciona. Por mucha demagogia que se haga sobre el tema, los datos avalan el funcionamiento a un coste razonable de esta fuente de energía junto con considerables ventajas ambientales asociadas. En 2012, ya había instalados en el mundo más de cien gigavatios (100 GW). El precio del panel solar ha descendido vertiginosamente durante la última década hasta situarse muy por debajo de un euro el vatio pico. Precio de referencia para el que la generación doméstica fotovoltaica empieza a ser más barata que la electricidad comprada a la red en muchos países de Europa.
El asunto del coste merece alguna puntualización
Son muchos los expertos y analistas que asocian el bajo precio de los paneles fotovoltaicos en la actualidad a la entrada en el mercado de las compañías chinas. Sus reducidos costes de fabricación, unidos a la capacidad de endeudamiento que les ofrecían sus bancos o el propio gobierno, han conseguido echar del mercado a la mayoría de fabricantes europeos o estadounidenses. Si bien esto es cierto, la pregunta que debemos hacernos es si este fenómeno, la deslocalización de la producción a países con mano de obra más barata y menor control, ha ocurrido exclusivamente en los paneles fotovoltaicos o si, por el contrario, es representativo del sistema económico capitalista y global que impera actualmente.

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